La evaluación de la función tiroidea es fundamental para el diagnóstico y seguimiento de diversas enfermedades endocrinas. Entre los estudios más solicitados se encuentran la prueba de TSH y el perfil tiroideo. Aunque ambos se utilizan para valorar el estado de la glándula tiroides, existen diferencias significativas en cuanto a su alcance, utilidad clínica e interpretación. Conocer estas diferencias permite comprender mejor cuándo se indica cada uno y qué información aporta al médico tratante.
¿Qué mide la prueba de TSH?
La TSH (hormona estimulante de la tiroides o tirotropina) es producida por la glándula hipófisis y actúa como reguladora de la tiroides. Su principal función es estimular la producción de T3 (triyodotironina) y T4 (tiroxina), las hormonas responsables de regular el metabolismo. La medición aislada de TSH se utiliza como estudio inicial para detectar alteraciones tiroideas, ya que esta hormona responde de manera inversa a los niveles de T4 y T3.
- Si la TSH está elevada, suele indicar hipotiroidismo.
- Si la TSH está baja, se sospecha hipertiroidismo.
La prueba de TSH es útil como método de tamizaje, especialmente en pacientes sin síntomas claros, o para ajustar el tratamiento con levotiroxina en pacientes diagnosticados previamente.
¿Qué incluye el perfil tiroideo?
El perfil tiroideo es un conjunto de análisis más completo que incluye la TSH, pero también mide directamente los niveles de T4 libre y, en algunos casos, T3 libre. Esta combinación permite una evaluación más precisa del estado funcional de la tiroides, ya que no solo se mide la hormona reguladora, sino también las hormonas tiroideas activas en circulación.
- T4 libre: forma no ligada de tiroxina, refleja la cantidad de hormona disponible para los tejidos.
- T3 libre: hormona activa que actúa sobre el metabolismo celular. Se incluye en casos con sospecha de hipertiroidismo o alteraciones metabólicas.
El perfil tiroideo es especialmente útil cuando la TSH se encuentra fuera de rango, pero también en presencia de síntomas sugestivos sin una causa aparente. Asimismo, permite detectar casos de hipertiroidismo subclínico, hipotiroidismo central, o alteraciones en la conversión periférica de T4 a T3.
¿Cuál se debe realizar primero?
Generalmente, el abordaje clínico inicia con la medición de TSH. Si el valor está alterado, se complementa con un perfil tiroideo para identificar el tipo y grado de disfunción. En pacientes con antecedentes de enfermedad tiroidea, en tratamiento hormonal o con síntomas intensos, puede solicitarse directamente el perfil tiroideo para obtener un panorama más amplio.
Ambos estudios son herramientas fundamentales y complementarias en la valoración endocrina. Si presentas síntomas como fatiga persistente, pérdida o aumento de peso sin causa aparente, alteraciones en el ánimo o cambios menstruales, es recomendable realizar estudios hormonales. Cuida tu salud y realiza una prueba de laboratorio para conocer el estado de tu tiroides. Detectar a tiempo cualquier alteración puede marcar la diferencia.